1. Introducción: por qué este plan es necesario
Ninguna empresa quiere vivir un incidente de ciberseguridad. Pero la realidad es que, por tamaño o por sector, todas están expuestas. No hace falta ser una gran corporación para sufrir un ransomware, una filtración de datos o un robo de credenciales. De hecho, muchas empresas medianas se convierten en objetivo precisamente porque suelen tener menos preparación formal y más dependencia de proveedores externos.
Aquí hay una diferencia importante: prevenir es imprescindible, pero no suficiente. Puedes tener controles razonables y aun así verte afectado por un ataque, por un error interno o por una brecha en un tercero. En ese momento, lo que determina el impacto no es solo el ataque en sí, sino cómo responde la organización durante las primeras horas y los días siguientes.
Un incidente mal gestionado suele escalar en tres frentes a la vez:
- Operación: servicios parados, equipos bloqueados y procesos críticos sin continuidad.
- Confianza: clientes desinformados o con mensajes contradictorios pierden seguridad en la empresa.
- Riesgo regulatorio: retrasos o errores en notificaciones pueden derivar en sanciones y obligaciones adicionales.
Este artículo no va de alarmismo. Va de preparación práctica. La idea es simple: tener un plan de respuesta claro antes de que ocurra cualquier problema, con fases, roles y criterios de comunicación definidos. Eso reduce el tiempo de reacción, evita improvisaciones y protege tanto a la operación como a la reputación y el cumplimiento normativo.
2. Qué entendemos por incidentes de ciberseguridad
En este artículo hablamos de incidentes de ciberseguridad como cualquier evento que compromete la confidencialidad, integridad o disponibilidad de sistemas y datos de la empresa, con impacto real en la operación o en clientes.
No estamos cubriendo “cualquier problema informático”, sino cuatro tipos concretos de incidentes que son los más habituales y los que más daño generan en empresas medianas:
- Ransomware o secuestro de sistemas: un atacante cifra servidores o equipos y bloquea la actividad hasta pedir un rescate. El efecto inmediato suele ser la paralización total o parcial de servicios.
- Filtración de datos (data breach): datos de clientes, empleados o negocio quedan expuestos por un acceso no autorizado, una mala configuración, un error interno o una brecha en un proveedor.
- Compromiso de cuentas o credenciales: robo de accesos mediante phishing, reutilización de contraseñas o fuga de tokens. El atacante entra como un usuario válido y puede moverse por sistemas críticos sin levantar alertas iniciales.
- Ataques a terceros o proveedores (supply chain): el origen del incidente está en un servicio externo (cloud, software, integraciones, partner), pero el impacto te afecta igual porque dependes de ese componente para operar.
La clave de estos incidentes es que no solo son un problema técnico. En todos ellos hay tres riesgos simultáneos: interrupción del negocio, pérdida de confianza y obligaciones legales de notificación. Por eso necesitan un plan específico de respuesta y comunicación.
3. El plan en 5 fases
Un incidente de ciberseguridad no se gestiona “a golpes de intuición”. Funciona mejor si sigues un plan simple y repetible, con fases claras. Este marco sirve para ransomware, filtraciones, robo de cuentas o incidentes que vengan de un tercero.
La idea es que, pase lo que pase, el equipo sepa qué hacer primero, quién lo lidera y qué decisiones hay que tomar en cada momento.
3.1. Detectar y clasificar
Todo empieza por identificar rápido qué está pasando y si realmente es un incidente.
Qué se hace:
- Confirmar la alerta: revisar señales iniciales (logs, monitorización, avisos de usuarios, proveedor, etc.).
- Determinar si es incidente real o falsa alarma.
- Clasificar severidad: alta, media o baja según impacto en sistemas críticos, datos sensibles o clientes.
- Activar el canal interno de crisis: un grupo reducido de coordinación para evitar ruido.
Qué se decide aquí:
- Si hay que activar el plan completo.
- Qué sistemas están potencialmente afectados.
- Quién asume el liderazgo del incidente.
Resultado mínimo de esta fase: incidente validado y nivel de severidad asignado.
3.2. Contener el daño
Antes de investigar a fondo, lo primero es frenar el avance. Si no contienes, el incidente crece.
Qué se hace:
- Aislar sistemas o segmentos afectados (servidores, redes, dispositivos).
- Bloquear cuentas comprometidas y cortar sesiones activas.
- Rotar credenciales críticas si hay indicios de acceso indebido.
- Detener integraciones o servicios externos si el origen parece estar ahí.
- Congelar despliegues o cambios en producción si pueden empeorar la situación.
Qué se decide aquí:
- Qué se aísla primero según criticidad.
- Si se para un servicio completo para proteger el resto.
Resultado mínimo: expansión detenida y perímetro controlado.
3.3. Investigar y recuperar
Cuando el daño está contenido, toca entender con precisión qué pasó y restaurar operación segura.
Qué se hace:
- Analizar el vector de entrada (phishing, credencial filtrada, vulnerabilidad, proveedor, etc.).
- Identificar alcance real: sistemas, datos, usuarios o clientes afectados.
- Preservar evidencias (para forense y obligaciones legales).
- Restaurar servicios desde backups verificados o entornos limpios.
- Validar integridad antes de volver a abrir sistemas.
Qué se decide aquí:
- Qué se recupera primero por impacto de negocio.
- Si se necesita apoyo externo (forense, seguridad, legal).
Resultado mínimo: operación restaurada controladamente y alcance documentado.
3.4. Comunicar correctamente
Mientras investigas y recuperas, debes comunicar. Si no lo haces, el vacío se llena solo.
Qué se hace:
- Comunicación interna: informar a dirección y equipos implicados con actualizaciones regulares y claras.
- Comunicación externa: si afecta a clientes o servicios, explicar qué ocurre, qué se está haciendo y qué se espera.
- Si hay datos personales: preparar notificación conforme a RGPD/LOPDGDD dentro de los plazos.
- Mantener un único mensaje coordinado para evitar contradicciones.
Qué se decide aquí:
- Cuándo se comunica (no hace falta esperar al 100 %, pero sí tener hechos confirmados).
- Quién comunica y por qué canales.
Resultado mínimo: mensajes consistentes, a tiempo y sin especulación.
3.5. Aprender y reforzar
El incidente no termina cuando vuelve la operación. Termina cuando entiendes qué mejorar.
Qué se hace:
- Post-mortem: línea temporal, causas raíz, decisiones que funcionaron y las que no.
- Ajustar controles técnicos (MFA, segmentación, hardening, políticas).
- Ajustar procesos (backups, accesos, validaciones, relación con terceros).
- Definir acciones preventivas con responsable y fecha.
Resultado mínimo: aprendizaje documentado y plan de mejoras activo.
4. Roles y responsables: quién hace qué cuando ocurre
Un plan de respuesta solo funciona si las personas saben qué les toca hacer. En un incidente de ciberseguridad, la improvisación en roles suele provocar retrasos, decisiones contradictorias y comunicación desordenada.
Estos son los roles mínimos que una empresa debería tener definidos antes de que ocurra nada. No importa si el equipo es pequeño: lo relevante es que cada rol tenga un responsable claro.
Líder del incidente
Quién suele ser: CTO, responsable de IT, CISO (si existe) o dirección técnica.
Responsabilidad: coordina todo el plan y toma decisiones operativas.
Qué hace:
- valida la severidad del incidente,
- activa el canal de crisis,
- prioriza qué se contiene y qué se recupera primero,
- centraliza la información para evitar ruido.
Equipo técnico (infraestructura / sistemas / desarrollo)
Quién suele ser: IT interno, DevOps, equipo de producto o proveedor técnico.
Responsabilidad: ejecutar la contención, investigación y recuperación.
Qué hace:
- aislar sistemas, cortar accesos, restaurar servicios,
- revisar logs y evidencias,
- documentar alcance técnico y tiempos.
Legal / Compliance
Quién suele ser: responsable legal interno o asesoría externa.
Responsabilidad: asegurar que se cumplen obligaciones regulatorias.
Qué hace:
- evaluar si hay datos personales afectados,
- preparar notificaciones a la AEPD u organismos sectoriales,
- revisar riesgos contractuales (clientes, proveedores, seguros).
Comunicación / Marketing (o dirección si no existe)
Quién suele ser: comunicación corporativa, marketing o un portavoz designado.
Responsabilidad: mensajes internos y externos consistentes.
Qué hace:
- redactar comunicados para clientes, partners y equipo,
- coordinar el tono y el canal,
- evitar especulación o mensajes técnicos confusos.
Soporte / Atención al cliente
Quién suele ser: equipo de soporte, customer success, operaciones.
Responsabilidad: gestionar el impacto directo en usuarios.
Qué hace:
- canalizar incidencias y dudas reales de clientes,
- reportar patrones al líder del incidente,
- usar guiones alineados con comunicación oficial.
Dirección general
Quién suele ser: CEO/COO o comité directivo.
Responsabilidad: decisiones de negocio durante el incidente.
Qué hace:
- decidir paradas de servicio si son necesarias,
- priorizar recuperación por impacto comercial o contractual,
- aprobar comunicaciones sensibles.
Reglas básicas para que esto funcione
- Una persona lidera. Si hay dos líderes, hay bloqueo.
- Roles asignados por nombre, no por área. “IT” no es una persona.
- Canal único de coordinación. Nada de decidir por chats dispersos.
- Todos informan al líder del incidente. Evita versiones paralelas.
5. Preparación previa: lo que tienes que tener en cuenta antes del incidente
La preparación para un incidente de ciberseguridad empieza antes de que ocurra. Si no tienes unas bases mínimas listas, el día que pase algo se pierde tiempo en decisiones básicas y en buscar información que debería estar a mano.
Lo primero es contar con copias de seguridad fiables y probadas. No basta con que existan: hay que haber comprobado que se restauran bien y tener claro qué sistemas se recuperan primero y en qué orden.
También es clave tener identificados los elementos críticos de la empresa. Con un inventario sencillo ya se gana muchísimo:
- qué servicios son esenciales para operar,
- dónde están alojados (cloud, servidores propios o terceros),
- y quién es responsable técnico de cada uno.
A eso se suma una lista de contactos de emergencia preparada: proveedores cloud, software esencial, soporte técnico externo y legal/compliance. En un incidente no hay margen para buscar correos antiguos ni abrir tickets genéricos.
Además, conviene tener resuelto lo básico para coordinarse y contener daños:
- un canal interno seguro para gestionar la crisis, que no dependa solo del correo corporativo,
- políticas mínimas de acceso bien cerradas (MFA en cuentas críticas, privilegios controlados y credenciales que se rotan cuando toca).
Por último, ayuda mucho llegar con trabajo adelantado en comunicación y terceros: tener mensajes base ya preparados para equipo interno, clientes y soporte, y contratos con proveedores donde quede claro cómo deben actuar y en qué plazos si el incidente viene de ellos o les afecta.
Con todo esto listo, el plan deja de ser papel y se puede activar rápido, con orden y sin improvisaciones.
6. Qué hacer según el tipo de incidente
Aunque el plan general es el mismo, cada incidente tiene prioridades distintas. Tenerlas claras ayuda a reaccionar sin perder tiempo.
Si es ransomware
La prioridad es contener rápido y recuperar de forma segura. Se aísla todo lo afectado para evitar propagación, se bloquean accesos sospechosos y se revisan cuentas con privilegios altos.
La recuperación se hace solo desde entornos limpios y backups verificados, después de entender por dónde entró el ataque, para no restaurar el problema.
La decisión sobre el rescate no es técnica: se evalúa con legal, dirección y aseguradora si aplica, porque pagar no garantiza solución ni evita obligaciones regulatorias.
Si hay filtración de datos
Aquí lo primero es delimitar alcance y preservar evidencias. Hay que identificar qué datos se expusieron, desde cuándo y por qué vía, y cerrar el acceso que lo causó.
Si hay datos personales, entra la parte legal: valorar notificación a AEPD y a afectados dentro de plazo. La comunicación debe ser clara: qué pasó, qué datos están implicados y qué medidas se tomaron.
Si se comprometen cuentas o credenciales
El objetivo inmediato es cortar el acceso. Se bloquean sesiones, se resetean credenciales y se revisan cuentas privilegiadas. Si no existía, se activa MFA en accesos críticos.
Después se analiza qué hizo esa cuenta: sistemas tocados, datos accedidos y posibles movimientos hacia otras cuentas.
Si el ataque viene por un tercero o proveedor
La prioridad es proteger tu entorno aunque el origen no sea tuyo. Si una integración es el vector, se corta temporalmente si hay riesgo.
Se activa el canal de incidente con el proveedor, se exige información y tiempos, y se evalúa el impacto en cadena en tus sistemas. La comunicación a clientes debe centrarse en impacto y acciones, no en culpas.
7. Errores típicos que empeoran un incidente
En la mayoría de empresas, lo que agrava un incidente no es solo el ataque, sino decisiones mal tomadas en las primeras horas. Estos son los fallos más frecuentes:
- No tener backups probados.
Tener copias que “se supone que están” no sirve si nunca se ha hecho una restauración real. Cuando toca recuperar, aparecen sorpresas: copias incompletas, corruptas o demasiado antiguas. - Improvisar roles en caliente.
Si no hay líder claro y responsabilidades asignadas, las decisiones se dispersan, se repiten tareas y se pierde tiempo coordinando en lugar de contener. - Comunicar tarde o sin coordinar.
El silencio genera rumores y la comunicación desordenada genera desconfianza. Un mensaje temprano, basado en hechos confirmados, siempre es mejor que esperar a tener el 100 %. - “Arreglar rápido” borrando evidencias.
Apagar servidores, limpiar logs o reinstalar sin registrar nada puede destruir pruebas necesarias para entender el alcance, cumplir con regulación o reclamar a un proveedor. - Restaurar antes de cerrar la puerta de entrada.
Es un error típico en ransomware y compromisos de cuenta: se recupera el servicio sin haber cortado el vector, y el incidente se repite. - Depender de terceros sin SLAs de incidente.
Cuando el problema viene por un proveedor, si no hay plazos claros de respuesta y notificación, la empresa queda bloqueada esperando información crítica. - No revisar accesos tras la recuperación.
Aunque el servicio vuelva, si no se rotan credenciales, no se revisan permisos y no se valida actividad anómala, queda riesgo residual.
Evitar estos errores no requiere un plan complejo, solo disciplina: preparación mínima, roles claros, contención por delante de la prisa, y comunicación ordenada.
8. Cierre y próximos pasos
Un incidente de ciberseguridad no se mide solo por el ataque que recibes, sino por cómo lo gestionas. Las empresas que responden bien no son las que “nunca tienen problemas”, sino las que tienen claro qué hacer cuando ocurre: detectan rápido, contienen sin improvisar, recuperan con criterio y comunican de forma ordenada.
Si necesitas saber más información sobre este tema, no dudes en leer el siguiente artículo:
Este plan no requiere una estructura enorme ni un equipo especializado para empezar. Requiere preparación mínima, roles asignados y un marco de respuesta que todos conozcan. Con eso, el tiempo de reacción baja, el impacto operativo se reduce y la gestión reputacional y regulatoria deja de depender de decisiones a contrarreloj.
Si quieres revisar cuánto de esto tienes ya cubierto en tu empresa, el mejor primer paso es sencillo: comprobar backups con una restauración real, definir un líder de incidente, y documentar quién hace qué en las primeras 24 horas. Desde ahí, el plan se puede completar y practicar con simulacros cortos, ajustados a vuestra operación.
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